Cuenca, una joya escondida de España
Cuenca, enclavada en el corazón de Castilla-La Mancha, es una joya escondida entre colinas que ofrece una combinación única de historia, cultura y aventura. Menos conocida que otras provincias, Cuenca sorprende con su encanto natural y la tranquilidad de sus pueblos, así como con un patrimonio monumental notable. La capital conquense, con su casco antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad, y los parajes de la Serranía de Cuenca brindan al visitante una experiencia auténtica alejada del turismo masivo. En estas tierras, el tiempo parece transcurrir más despacio, permitiendo al viajero conectar con la naturaleza y las tradiciones locales. El Hotel Boutique Pinar, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad, es el punto de partida ideal para explorar todos estos tesoros (la web oficial del hotel para reservas es hotelboutiquepinar.es).
Sobre Jábaga: historia y encanto rural
La iglesia parroquial de Jábaga, dedicada a la Purificación de Nuestra Señora, es uno de los edificios emblemáticos del pueblo.
Jábaga es una pequeña localidad (unos 468 habitantes) perteneciente al municipio de Fuentenava de Jábaga, en la provincia de Cuenca. Su origen se remonta a la reconquista medieval: como muchos pueblos de la zona, fue repoblada por colonos llegados del Señorío de Molina tras la conquista cristiana, atraídos por la abundancia de agua potable en el entorno. El pueblo se asienta en una zona llana dominada por cerros cubiertos de pinares, lo que le confiere un ambiente natural muy agradable. Su clima frío y sano ya era destacado en crónicas del siglo XIX, y hoy Jábaga conserva la tranquilidad de las aldeas rurales, con casas de piedra, calles silenciosas y el repique de las campanas de su iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Purificación como banda sonora cotidiana. Entre sus curiosidades históricas, destaca que el rey castellano Pedro I “el Cruel” estableció un campamento militar en la vega de Jábaga antes de asediar la ciudad de Cuenca en 1355 – un episodio que el ayuntamiento planea recrear con jornadas histórico-medievales, mercadillo y actividades culturales a inicios de septiembre de cada año. Jábaga, en definitiva, ofrece al visitante un entorno rural auténtico, cargado de historia y rodeado de naturaleza.
Tesoros turísticos cercanos al hotel
Estar alojado en Jábaga significa tener a un paso algunos de los lugares más emblemáticos de Cuenca. La ciudad de Cuenca, capital provincial, se encuentra a unos 10 km (15 minutos en coche) del Hotel Boutique Pinar. Esta ciudad mágica, fundada sobre una hoz rocosa entre los ríos Júcar y Huécar, alberga un casco histórico medieval declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El panorama al llegar impresiona: las famosas Casas Colgadas parecen desafiar la gravedad asomándose sobre el precipicio de la hoz del Huécar. Construidas entre los siglos XIII y XV, hoy solo se conservan tres de estas casas voladas – la Casa de la Sirena y dos Casas de los Reyes – cuyas balconadas de madera se proyectan dramáticamente sobre el vacío. Estas edificaciones icónicas, junto con la Catedral gótica de Santa María y San Julián, contribuyeron a que la ciudad amurallada de Cuenca fuese nombrada Patrimonio Mundial en 1996. Pasear por el casco antiguo conquense es viajar en el tiempo: calles empedradas que conectan plazuelas, miradores naturales hacia las hoces y monumentos como el Puente de San Pablo (ideal para contemplar las Casas Colgadas desde enfrente) o las ruinas del castillo. En las mismas Casas Colgadas se ubica el Museo de Arte Abstracto Español, que merece una visita por su sorprendente colección contemporánea integrada en un edificio histórico.
Primer plano de las Casas Colgadas de Cuenca, con sus balcones de madera suspendidos sobre la roca.
Además de Cuenca capital, en los alrededores existen otros sitios de interés que se pueden explorar en cómodas excursiones de medio día. A unos 30 km de Jábaga se encuentra la Ciudad Encantada de Cuenca, un paraje natural único famoso por sus formaciones rocosas caprichosas. Allí, la acción milenaria del agua, el viento y el hielo sobre la roca caliza ha creado figuras que parecen personas, animales u objetos, despertando la imaginación de quien las observa. Un recorrido señalizado de unos 3 km permite descubrir hitos como El Tormo Alto – un altivo monolito de piedra símbolo del parque – Los Barcos, El Perro, El Puente Romano o Los Hongos, entre otras formaciones con nombre propio. Muy cerca, en el mirador del Ventano del Diablo, se disfruta de vistas espectaculares del cañón del río Júcar desde una cueva natural excavada en la roca, un balcón panorámico que combina belleza escénica y leyenda. Otros destinos recomendables incluyen el pueblo fortificado de Alarcón, con su castillo medieval sobre el río Júcar, o el impresionante Castillo de Belmonte (ya más alejado, a unos 90 km), para quienes deseen profundizar en la riqueza histórica de la provincia. Pero sin duda, el núcleo principal de visitas lo constituye Cuenca ciudad con sus museos (de Arte Abstracto, de las Ciencias, Paleontológico) y monumentos, y los monumentos naturales de la Serranía que la rodean – un binomio cultural y natural que enamora a cada viajero.
Entorno natural y rutas desde Jábaga
Los amantes de la naturaleza encontrarán en el entorno de Jábaga y la Serranía conquense un auténtico paraíso. El Parque Natural de la Serranía de Cuenca abarca extensos bosques de pino, profundos valles fluviales y formaciones geológicas sorprendentes, ofreciendo rutas de senderismo para todos los niveles. Sin ir más lejos, junto al Hotel Boutique Pinar se extiende el Pinar de Jábaga, un denso bosque de pinos laricios y encinas que invita a paseos relajantes. Desde el kilómetro 171 de la carretera N-400 (muy próximo al hotel) parte una ruta de senderismo circular de 9 km conocida como Los Castillejos, que recorre los Altos de Cabrejas entre pinares y monte mediterráneo. Este sendero, de dificultad moderada, conduce hasta el Mirador de los Castillejos, desde donde se contempla una impresionante panorámica del valle del Arroyo de la Vega y se divisa el pueblo de Cólliga a lo lejos. La ruta atraviesa antiguos caminos de trashumancia (Cañadas Reales) y permite apreciar cómo en esta zona confluyen tres cuencas hidrográficas peninsulares (Júcar, Guadiana y Tajo), un detalle que entusiasma a los aficionados a la geografía. Para los menos habituados al senderismo intenso, el propio pinar ofrece tramos llanos y cómodos ideales para un paseo matutino respirando aire puro, o incluso se puede optar por rutas guiadas a caballo, en quad o en bicicleta de montaña que ofrecen empresas de turismo activo cercanas.
El Tormo Alto en la Ciudad Encantada de Cuenca, una formación rocosa emblemática rodeada de pinos. Esta roca monolítica es uno de los hitos naturales más fotografiados de la Serranía.
En la Serranía de Cuenca abundan también los enclaves de gran valor paisajístico. Ya hemos mencionado la Ciudad Encantada, pero igualmente espectacular es el Nacimiento del Río Cuervo, un monumento natural situado a unos 80 km al noreste de Cuenca capital, cerca de Vega del Codorno. Allí el río Cuervo brota de entre la roca formando cascadas de cuento, que en invierno llegan a congelarse por completo. Un sendero accesible de 1,5 km recorre este bosque de sauces, álamos y pinos, pasando junto a las cascadas cubiertas de musgo y hasta el manantial principal. La estampa del agua deslizando entre travertinos verdes es inolvidable, sobre todo en primavera cuando el caudal es abundante. Otros rincones naturales cercanos incluyen las Lagunas de Cañada del Hoyo, ocho lagunas de distintos colores en cráteres kársticos, o las Torcas de los Palancares, unas depresiones circulares en el bosque que forman otro paisaje singular. En resumen, desde el Hotel Boutique Pinar el huésped tiene a su alcance multitud de experiencias en la naturaleza: desde sencillos paseos por el bosque hasta excursiones a parques naturales, pasando por miradores fotogénicos y rutas de senderismo para todos los gustos. La Serranía de Cuenca garantiza aire puro, paisajes sorprendentes y ese silencio solo roto por el canto de las aves que tanto se anhela en la vida urbana.
Sabores de la zona: gastronomía y restaurantes
La gastronomía conquense es rica, tradicional y contundente, perfecta para reponer fuerzas tras las excursiones. Los platos típicos de la provincia reflejan la cocina pastoral de antaño, de sabores intensos pensados para combatir los fríos inviernos serranos. Uno de los más emblemáticos es el morteruelo, un paté caliente espeso elaborado con carne de caza (liebre, perdiz, conejo, hígado de cerdo) guisada con especias y pan – se sirve untado en rebanadas de pan y es toda una delicia local. No menos singular es el ajoarriero (también llamado atascaburras), un puré frío de patata machacada con bacalao, ajo, aceite y huevo, que suele presentarse decorado con nueces y huevos cocidos. Los zarajos son quizás el plato más pintoresco para el visitante: se trata de intestinos de cordero adobados y enrollados en un sarmiento, que se asan hasta quedar crujientes – su sabor ahumado conquista a quien se anima a probarlos. Otros imprescindibles de la mesa conquense son las gachas manchegas (puré caliente de harina de almortas con tropezones de panceta y setas), el gazpacho pastor (un guiso caldoso con tortas cenceñas y carne de caza, distinto del gazpacho andaluz) o el resopón de ajo arriero. Para acompañar, nada mejor que un buen queso manchego de la tierra – los de Cuenca gozan de merecida fama por su curación y sabor intenso – junto a un vino DO Uclés o Manchuela. Y en el apartado dulce, no se puede uno ir sin probar el alajú, una torta de miel, almendra y pan rallado típicamente conquense, ni sin brindar con un resolí, licor de café, anís y especias que se sirve en chupitos y calienta el cuerpo. En cualquier bar o mesón tradicional de Cuenca se pueden degustar estas especialidades, que suelen servirse en raciones para compartir como tapas contundentes.
La Abadía de Jábaga, una fábrica artesanal de chocolate ubicada en Jábaga, ofrece visitas y degustaciones de sus bombones y trufas en un edificio con apariencia de antigua abadía.
En cuanto a restaurantes, la oferta es sorprendentemente variada tanto en la ciudad de Cuenca como en sus alrededores, con opciones para todos los bolsillos. En la propia pedanía de Jábaga existe un bar-restaurante muy apreciado por los locales – el Restaurante San Cristóbal – conocido por su cocina casera de calidad y precios asequibles (sus menús del día suelen incluir platos típicos y, como detalle simpático, permiten la entrada de mascotas según comentan los visitantes). Muy cerca del Hotel Boutique Pinar, en el kilómetro 168 de la N-400, se halla La Casita de Cabrejas, un hotel rural con restaurante distinguido por Guía Repsol donde podrá saborear platos conquenses tradicionales en un entorno tranquilo. Nada como sentarse en su terraza con una copa de vino de la tierra y un buen ajoarriero o una perdiz escabechada, especialidades de la casa, para desconectar del día a día. También en pleno Pinar de Jábaga se encuentra El Rento, un complejo rural con restaurante donde preparan a la perfección recetas locales; de hecho, es un establecimiento muy recomendable para probar comida conquense auténtica: clientes recientes destacan allí el morteruelo y el ajoarriero como exquisitos. Si preferimos acercarnos a Cuenca capital para comer o cenar, las posibilidades se multiplican: desde mesones tradicionales de toda la vida hasta restaurantes innovadores. Por ejemplo, el Restaurante Raff San Pedro, situado en unas antiguas caballerizas del casco viejo, reinterpreta la cocina conquense con toque de autor sin perder la esencia de los productos locales (su ajoarriero con contrastes dulces y ahumados es famoso). Para una experiencia más castiza, el Mesón La Ponderosa en la calle San Francisco lleva más de 40 años sirviendo tapas y raciones típicas en barra; sus perdices en escabeche, setas de cardo a la plancha y chuletillas de cabrito le han valido ser considerado un “santuario” de la gastronomía local y hasta recibir un Solete de la Guía Repsol por ser un bar de ambiente apetecible. Asimismo, la Posada de San José (que también funciona como hotel con vistas a la hoz) ofrece cocina tradicional conquense de primera calidad en un marco histórico incomparable. En definitiva, el viajero no pasará hambre en Cuenca: la cocina regional es parte fundamental del viaje, y explorar sus sabores – ya sea en humildes tabernas de pueblo o en restaurantes galardonados de la capital – resulta todo un placer añadido a la experiencia.
Fiestas y eventos locales
La zona de Jábaga y la provincia de Cuenca celebran a lo largo del año diversas fiestas que añaden color y folclore a la visita. En Jábaga, el evento más importante son las fiestas patronales en honor a Santa Teresa de Jesús, patrona del municipio de Fuentenava de Jábaga. Tienen lugar a mediados de octubre y duran varios días, con un ambiente muy animado en la pedanía principal. Tras el pregón inicial, los vecinos disfrutan de pasacalles con charangas, verbenas populares, concursos y actos religiosos en honor a la santa. Uno de los momentos más esperados es la suelta de vaquillas por las calles (reses mansas que corren guiadas con sogas) y el espectáculo de fuegos artificiales, tradición arraigada en Jábaga que el ayuntamiento mantiene siempre que es posible por la gran acogida que tiene entre el público. Estas fiestas patronales suponen días de convivencia y alegría para los lugareños, y los visitantes son siempre bienvenidos a sumarse a las actividades, degustar la caldera popular o bailar en la plaza al son de la orquesta hasta altas horas.
En años recientes, como se mencionó antes, Jábaga está impulsando también unas jornadas histórico-recreacionistas que buscan revivir el episodio del campamento de Pedro I en 1355. La idea es celebrar este evento a comienzos de septiembre (en torno al primer fin de semana) con un mercado medieval, desfiles con tropas ataviadas, conferencias, música antigua, gastronomía tradicional e incluso una misa en latín, todo ello ambientado en la Plaza Mayor de Jábaga y alrededores. Si esta iniciativa cristaliza, podría convertirse en una cita cultural veraniega fija en el municipio, sumándose a las populares fiestas de San Juan Bautista que celebran algunas pedanías cercanas a finales de junio.
Por su parte, Cuenca capital cuenta con celebraciones de renombre internacional. La Semana Santa de Cuenca es probablemente la más famosa: durante los días de Pascua, las calles de la ciudad antigua se llenan de solemnes procesiones donde suenan los tambores y clarines de las turbas en la madrugada del Viernes Santo. Esta tradición única – conocida como la Procesión Camino del Calvario o de Las Turbas – recrea la mofa a Jesús camino de la cruz con centenares de nazarenos que rompen el silencio con estruendo, ofreciendo un espectáculo sobrecogedor de fe y pasión que ha sido declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional. Vivir la Semana Santa en Cuenca, con sus bellas imágenes, el Miserere cantado en San Felipe y la atmósfera mística de la Plaza Mayor al anochecer, es una experiencia estremecedora incluso para los no religiosos. Otra fiesta destacada en Cuenca ciudad son las Fiestas de San Mateo, del 18 al 21 de septiembre, que conmemoran la reconquista de la ciudad en 1177. Durante esos días, el casco antiguo se transforma: peñas ataviadas con blusones llenan las calles de música, hay degustaciones y verbenas, y cada tarde se corren vaquillas enmaromadas por las calles empedradas del recinto histórico, rememorando los festejos con los que Alfonso VIII celebró la toma de Cuenca. El día 21 (San Mateo) tiene lugar la traca final de fuegos artificiales en el cielo conquense. Estas fiestas de San Mateo están declaradas de Interés Turístico Regional y son las más queridas por los conquenses, que vuelcan su espíritu festivo en las calles medievales como si retrocedieran varios siglos.
Finalmente, cabe mencionar otros eventos culturales notables, como la Semana de Música Religiosa de Cuenca, un prestigioso festival de música clásica sacra que se celebra cada Semana Santa en escenarios históricos de la ciudad (iglesias, capillas) y atrae a melómanos de toda Europa. O las numerosas romerías y fiestas patronales de los pueblos serranos en verano – por ejemplo, la romería de la Virgen de la Luz en Cuenca ( patrona de la ciudad, a finales de agosto) o las fiestas de San Julián, coincidiendo con la feria de la ciudad también en agosto. Cada pequeña población tiene su patrón o patrona y sus festejos particulares, generalmente en los meses de buen tiempo, con verbenas, juegos tradicionales y mucha hospitalidad hacia el visitante. Informarse en la oficina de turismo o en el propio hotel sobre si coinciden fiestas locales durante nuestra estancia puede añadir un plus inesperado al viaje, permitiéndonos descubrir la auténtica vida festiva y costumbres de Cuenca.
Alojarse en el Hotel Boutique Pinar de Jábaga es mucho más que disfrutar de un magnífico hotel rural en plena naturaleza: es la oportunidad de sumergirse en el alma de Cuenca. En pocos días, uno puede explorar una ciudad medieval colgada de una roca, caminar entre formaciones mágicas en bosques milenarios, saborear platos ancestrales junto al fuego y bailar bajo las estrellas en una plaza al son de una charanga. Cuenca es tierra de contrastes armoniosos – de hoces vertiginosas y llanuras serenas, de silencios naturales y fervor festivo – y el visitante alojado en Jábaga tendrá a su alcance lo mejor de ambos mundos: la paz rural y las maravillas culturales. Sin duda, este rincón desconocido de España deja huella en quien lo descubre, invitándolo siempre a volver por más experiencias inolvidables en la España más auténtica. ¡Feliz estancia en Cuenca!